EUROPA
PRESS
21
septiembre 2020
Qué
puede ser Alzheimer y qué un cambio típico relacionado con la edad
La enfermedad de Alzheimer (EA) es la
forma más común de demencia, ocasionando entre el 50-75% de los casos. Existen
múltiples causas de una demencia, algunas son reversibles, mientras que otras
no, como es el caso de las enfermedades neurodegenerativas del tipo de la
enfermedad de Alzheimer o la demencia frontotemporal.
La demencia, independientemente de su causa, se caracteriza
por la pérdida de la capacidad de una persona para llevar a cabo las
actividades de su día a día, desde las actividades más complejas (como
gestionar los asuntos económicos, planificar y elaborar una receta, conducir,
utilizar el ordenador, por ejemplo) hasta las más básicas (como ducharse,
vestirse adecuadamente, comer de forma correcta, entre otras).
"La persona con
demencia necesita, por tanto, la ayuda de otra persona para poder realizar
todas estas actividades cotidianas y vivir de manera segura y acorde a su
dignidad propia", explica en una entrevista con Infosalus
la neuróloga y vocal de la Sociedad Española de Neurología (SEN), la doctora
Silvia Gil.
En concreto, en la EA se produce la muerte o neurodegeneración de las neuronas y otras células nerviosas
por el depósito anómalo de unas proteínas, según prosigue la especialista:
"Esto hace que el cerebro cambie su anatomía y su función y que, como
consecuencia, se aprecie un cambio en la persona, tanto en sus habilidades
intelectuales como en su personalidad".
En la mayor parte de los casos, las primeras manifestaciones
de la EA son los problemas de memoria. Sin embargo, al tratarse de una
enfermedad neurodegenerativa, los cambios cerebrales patológicos avanzan
progresivamente y, con el tiempo, se afectan otras regiones cerebrales.
"Es entonces cuando la persona tiene también dificultad para hablar,
comprender lo que le dicen, planificar sus pensamientos, o percibir
correctamente los objetos", agrega la neuróloga.
Así, la doctora enumera unas señales de advertencia del Alzheimer,
y también de otros tipos de demencia (cada individuo puede experimentar una o
más, y en grados diferentes, si se notase cualquiera de ellas se debería
consultar con el médico): Cambios de memoria que dificultan la vida cotidiana;
dificultad para planificar o resolver problemas; dificultad para desempeñar
tareas habituales en la casa, en el trabajo, o en su tiempo libre;
desorientación de tiempo o de lugar; dificultad para comprender imágenes
visuales y cómo objetos se relacionan uno al otro en el ambiente; nuevos
problemas con el uso de las palabras en el habla o en lo escrito; colocación de
objetos fuera de lugar y la falta de habilidad para recordar sus pasos;
disminución o falta de buen juicio; pérdida de iniciativa para tomar parte en
el trabajo o en las actividades sociales; cambios en el humor o en la
personalidad.
Más concretamente, y de acuerdo con la Alzheimer's
Association, un signo propio del Alzheimer y de la
demencia sería la toma de decisiones erróneas; mientras que un signo
relacionado con la edad, y no de demencia, sería la toma de decisiones erróneas
de vez en cuando.
Igualmente, precisa que un signo propio de la demencia o de
la EA sería el tomar decisiones erróneas de vez en cuando, mientras que en un
proceso normal de envejecimiento podría suponer el olvidar realizar un pago
mensual, esto último sería algo normal.
El tener dificultades para conversar o perder la noción del
tiempo suele ser frecuente entre las personas con EA o con demencia, mientras
que un cambio típico relacionado con la edad podría ser el olvidar qué día es y
luego recordarlo, o por ejemplo, el olvidar qué palabra emplear algunas veces.
"Poner las cosas en lugares erróneos y no poder volver
sobre los pasos propios para encontrarlas sería otro signo propio de demencia o
de EA, mientras que perder las cosas de vez en cuando se correspondería con los
cambios típicos de la edad", añade la Alzheimer Association
en este sentido.
Está aumentando a
nivel global
Por otro lado, la EA está aumentando a nivel global, según afirma
la doctora Gil, debido al aumento de la calidad y de la esperanza de vida, y
con ello, del número de enfermedades asociadas al envejecimiento.
"Teniendo en cuenta que la edad es un factor de riesgo para padecer una
demencia, no sorprende que los casos de esta enfermedad estén aumentando a
nivel mundial de forma exponencial. Según los últimos datos disponibles del
World Alzheimer Report de 2015, se calcula que en 2030,
cerca de 76 millones de personas sufrirán una demencia, cifra que ascenderá a
135 millones en 2050", según precisa.
La vocal de la Sociedad Española de Neurología detalla que
en España el Alzheimer afecta a casi un 5% de la población de entre 75 y 79
años, una cifra que se dispara hasta el 34% en los mayores de 85 años.
"Existen diversos estudios en los que la prevalencia e incidencia del
Alzheimer fue mayor en las mujeres. Concretamente dos tercios de los casos de
EA se dan en mujeres, por lo que el sexo femenino se considera un factor de
riesgo para padecer la enfermedad", agrega.
Además, Gil subraya que este riesgo es más elevado en
mujeres con un menor nivel educativo. "Las causas de estas diferencias no
se conocen con detalle. Se apunta a que las mujeres tienen mayor esperanza de
vida que los varones, y también a los factores genéticos y hormonales. Además,
puede haber disparidades en la metodología de los estudios que expliquen las
diferencias, así como factores sociales, culturales o incluso históricos (como
por ejemplo el efecto producido por guerras) que puedan influir en los datos
epidemiológicos", sostiene la neuróloga.
Con ello, la vocal de la Sociedad Española de Neurología
mantiene que la EA se puede presentar tanto en sujetos mayores de 65 años, como
en sujetos más jóvenes: "En el grupo de enfermos que padecen la enfermedad
antes de los 65, la media de edad de presentación se sitúa en torno a los 56
años, mientras que en el grupo de pacientes que inician la enfermedad a partir
de los 65 años, la media se sitúa en torno a los 74 años".
Respecto a si es hereditaria, la doctora Gil resalta que
existen distintos genes que suponen un factor de riesgo para desarrollarla,
aunque la presencia de ellos no es suficiente para causar la enfermedad y ésta
no se tramite de padres a hijos. "Por el contrario, existe una forma de EA
genética en la cual la alteración genética se tramite de padres a hijos. Es una
forma muy infrecuente, menos de un caso de cada 200, con la peculiaridad de que
los síntomas de la enfermedad comienzan de forma muy precoz, típicamente
antes", apostilla la especialista.
En cuanto a si se pueden prevenir, Gil destaca que existen
hábitos o estilos de vida que impactan de forma "muy negativa" en la
salud en general y en el cerebro en particular: "Se estima que hasta un
40% de los casos de demencia se podrían prevenir o retrasar modificando 12
factores de riesgo: Baja escolarización, hipertensión arterial, diabetes,
pérdida auditiva, obesidad, tabaquismo, depresión, inactividad física y
obesidad, consumo de alcohol, traumatismos craneales y polución
ambiental".
En este contexto, la vocal de la Sociedad Española de
Neurología recuerda que en Neurología, y particularmente en el campo del ictus,
se suele decir que "el tiempo es cerebro", es decir, que cuanto antes
se diagnostique la enfermedad, menor será la pérdida neuronal y el daño que
ésta ocasiona.
"Esta máxima también podría aplicarse en el caso de las
enfermedades neurodegenerativas. Cuanto antes las diagnostiquemos, menor será
el daño que ha ocasionado la patología en el cerebro, y antes podremos empezar
un tratamiento con fármacos experimentales que puedan modificar el curso de la
enfermedad. Además, el diagnostico precoz facilita que los individuos puedan
cambiar su estilo de vida e incorporar hábitos 'cerebro saludables', como la
practica regular de ejercicio, realizar actividades intelectuales, seguir una
dieta equilibrada o dejar de fumar", remarca.